Empleados quemados

Para una empresa, el daño de quemar a la plantilla puede ser muy elevado debido a la baja productividad, la gran rotación de los trabajadores y la pérdida del talento. Los líderes deben asumir la responsabilidad del estrés laboral que da paso al desgaste: cargas de trabajo excesivas y rutinas laborales frustrantes que incluyen muchas reuniones y apenas tiempo para el trabajo creativo.

Según Eric Garton, cuando los empleados no son todo lo productivos que podrían, la culpa la tiene la empresa, no los trabajadores. Lo mismo sucede con el desgaste. Hay tres culpables recurrentes: el exceso de colaboración, una disciplina de gestión del tiempo deficiente y la tendencia a sobrecargar a las personas más capaces. Estos culpables no sólo roban tiempo a los trabajadores para concentrarse en tareas complejas y generar ideas, sino que también invaden el tiempo de descanso necesario para reponerse:

En primer lugar, el exceso de colaboración es un mal común en las organizaciones con demasiados responsables: rondas interminables de reuniones presenciales y a distancia para garantizar que cada parte interesada sea escuchada y esté alineada. Muchas culturas empresariales recurren a la colaboración mucho más de lo necesario. Los ejecutivos de alto nivel reciben unos 200 correos electrónicos al día. El supervisor medio dedica unas ocho horas a la semana a leer y contestar e-mails, muchos de los cuales ni siquiera deberían haberles llegado.

El desgaste también está impulsado por un entorno de trabajo siempre presente gracias a la digitalización, el número excesivo de prioridades y la expectativa de que los trabajadores aprovechen sus herramientas digitales para trabajar en modo multitarea y soportar su volumen de trabajo. Empezar una tarea nueva mientras otra sigue a medias aumenta el tiempo que se tarda en completar ambas un 25%.

Las empresas pueden empezar a solucionar el problema del exceso de colaboración ajustando estructuras, rutinas y procesos. Una medida fácil es estudiar el número de intersecciones dentro de la matriz de una organización en la que se encuentran puestos con poder de decisión para evitar una complejidad innecesaria. Las empresas también pueden determinar qué reuniones son realmente necesarias, cada cuánto deberían celebrarse, cuánto deberían durar y quién debería asistir. Con enfoques ágiles, los equipos se centran en menos actividades, pero más importantes. Los líderes pueden establecer nuevas normas culturales relacionadas con el tiempo y dejar claro que se trata de un recurso valioso.

En segundo lugar, hablemos de la deficiente disciplina de gestión del tiempo. Lo más normal es que se deje en manos de los propios trabajadores averiguar cómo gestionar su tiempo de forma que disminuya el estrés y el agotamiento. Sin embargo, los empleados tienen una capacidad limitada para combatir una cultura corporativa en la que el exceso de trabajo es la norma. Además, pocos trabajadores tienen autoridad para cancelar reuniones innecesarias.

Pero los líderes sí pueden hacer algo: entender el problema. Aunque a la mayoría de los ejecutivos les gusta medir los beneficios de la colaboración, pocos se han parado a medir sus costes. Desconocen la cantidad de tiempo que dedican sus trabajadores a las actividades más productivas y tampoco saben cuánto tiempo desperdician en actividades improductivas. Gracias a determinadas herramientas informáticas (ejemplo: Microsoft Workplace Analytics), una empresa puede detectar los lugares en los que se está dedicando demasiado tiempo a reuniones, correos electrónicos y trabajo colaborativo. Los directivos pueden liberar al menos el 20 % del tiempo de sus empleados si incorporan una mejor disciplina en la gestión del tiempo. Una de las principales fuentes de motivación y energía es proporcionar a los trabajadores una sensación de autonomía.

Finalmente, el último mal es la sobrecarga de las personas más capaces. Las empresas sobrevaloran cuánto puede lograrse con herramientas digitales de productividad y rara vez se molestan en comprobar si sus suposiciones son correctas. Los mejores trabajadores son también las principales víctimas del exceso de trabajo, al traducirse en más responsabilidades e incluso una carga de trabajo aún mayor.

Devolver a las personas el tiempo que necesitan para el trabajo realmente importante impulsará el éxito de la empresa y se traducirá en enormes beneficios al mejorar la productividad, aumentar el rendimiento y reducir el desgaste.

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