Las personas que llegan a puestos directivos se preguntan a menudo cuáles son las claves para motivar a sus colaboradores. La mayoría de los trabajadores del mundo “no se sienten implicados” o están “activamente desconectados” según las encuestas de Gallup. Los beneficios materiales (bonus, salones de recreo, comida gratis) se agradecen, pero no sirven para impulsar el bienestar a largo plazo. Hay otros factores que ayudan más, como la flexibilidad de los horarios, ya que tener tiempo para hacer ejercicio, descansar más y disfrutar con la familia influye muy positivamente en la reducción del estrés. Según Emma Seppala, inspirar y ser amable son dos de las claves para motivar. En mi opinión, “ayudar” sería la tercera clave para definir de forma sencilla los factores principales a impulsar:
– Inspirar. Los líderes empresariales deben ser una gran fuente de inspiración para los empleados. Cuando se comportan de manera altruista y demuestran que les importa más el grupo que ellos mismos, los trabajadores confían más, son más cooperativos, dedicados, leales y comprometidos. Los jefes que demuestran que son justos también inspiran mayor dedicación, civismo y productividad. Asegúrate de trabajar junto a los miembros de tu equipo a diario, demostrando tu alianza con ellos y con la compañía. Sin importar la actividad de la empresa, es importante que su cultura tenga significado. Las personas que disponen de un sentimiento de propósito están más centradas y son más creativas y resistentes. Los líderes deberían recordar a sus equipos cómo su trabajo mejora la vida de la gente. Incluso los empleados insatisfechos se sienten mejor cuando dedican tiempo a buenas causas.
– Ayudar. ¿De qué sirve inspirar si cuando te necesitan te escaqueas? Como comenté en mi artículo “No traiga problemas, traiga soluciones”, no ayudar puede provocar que los trabajadores desconecten y no respondan, que se fomente una cultura de la intimidación y se oculten problemas reales hasta que se convierten en crisis. Cuando un directivo reacciona con desagrado si alguien le plantea un problema, el equipo suele interpretar los problemas y riesgos como fracasos ya que el jefe se vuelve irascible. Estos estallidos dañan la moral y hacen que el equipo pierda su entusiasmo con los proyectos (además de dudar a la hora de comunicar cualquier problema). En consecuencia, el equipo sólo da buenas noticias. El directivo está ciego frente a cualquier problema potencial. Así que cambiemos el enfoque: liderar es una oportunidad para servir y para crear más líderes.
– Ser amable. De nada servirían los puntos anteriores si no interactuamos con empatía. Hay que dirigir poniéndose “en los zapatos” de los compañeros. Platón decía: “Sé amable, pues cada persona que encuentras está librando su propia batalla”. Olvida los viejos dogmas caducos basados en ser duro para que la gente rinda. El compañerismo y el reconocimiento son más importantes incluso que los altos salarios a la hora de estimular la lealtad. Las relaciones positivas y cálidas representan el bienestar psicológico. Una cultura amable incluye la consideración y el respeto. La calidez del líder importa porque aumenta la motivación y la productividad de los empleados. Aunque las expresiones de enfado pueden tener algunos beneficios (Daan van Knippenberg ha demostrado que algunos seguidores responden favorablemente a ellas, y un trabajo de la Universidad de Stanford concluye que, en algunos casos, demostrar enfado puede hacer que uno parezca más poderoso o competente), generalmente, las emociones negativas hacen que los ejecutivos sean percibidos como menos eficaces. Los líderes amables hacen cosas pequeñas para demostrar que les importa su plantilla como personas, no sólo como empleados. El simple acto de preguntar cómo está alguien a nivel personal y realmente escuchar su respuesta es un buen primer paso.