No cabe duda de que el papa Francisco levanta pasiones no solamente entre los católicos, sino también entre los ateos, el resto de los cristianos e incluso entre personas de otras religiones. No existe un líder en América Latina que provoque tanto fervor y veneración en gentes de todas las edades, convicciones y condiciones sociales. Tiene lógica: análogamente, no por ser aficionado del Real Madrid tiene sentido decir que Messi es simplemente un buen jugador.
Hace casi dos años, en mi artículo “CEO papa Francisco: lecciones de liderazgo”, destaqué qué cualidades del ya octogenario argentino le habían llevado a reactivar a la Iglesia católica. Desde que tomó posesión del cargo, centró la organización en una misión: ayudar a los pobres (lo hizo dando ejemplo: abandonando los lujos) y empleó el reposicionamiento de marca: apoya la enseñanza tradicional, pero de forma más tolerante («¿Quién soy yo para juzgar?», dijo cuando se le preguntó por los homosexuales).
Resalté cuatro lecciones de liderazgo: 1) No tener miedo a romper con el pasado, pero aceptar que el cambio lleva tiempo. 2) Establecer alianzas. El papa suele mencionar a Pedro Faber, uno de los primeros sacerdotes jesuitas. De él admiraba «el diálogo con todos, incluso con sus oponentes». 3) Buscar el consejo de expertos. Francisco está interesado en el cambio climático y consultó en su momento al Instituto Potsdam. Significa que mientras la gente puede estar en desacuerdo con su opinión, es más difícil no estar de acuerdo con los estudios que utilizó. 4) Tener una misión. Las empresas más exitosas se dejan llevar por un propósito más elevado. Francisco ha hecho hincapié en que hay algo más en los negocios que sólo hacer dinero.
Todas estas lecciones se basan en los méritos del papa como hacedor (doer), pero en la visita a Colombia hay nuevas enseñanzas de su faceta como pensador (thinker). La clave de sus frases es que son muy sencillas para poder llegar a todo el mundo, pero están cargadas de mucho contenido. Nos basaremos en algunas de ellas para extraer conclusiones:
– “¡No le teman al futuro! ¡Atrévanse a soñar a lo grande!». La vida es incierta y la mayoría de la gente se siente tan incómoda con esto que se apoderan de la certeza cuando no deberían hacerlo. Siguen las opiniones de las personas de su entorno, van a trabajar a donde se espera que lo hagan, y sólo se sienten seguros cuando encajan ahí. Sin embargo, el verdadero éxito en el campo del liderazgo se basa en hacer las paces con la incertidumbre, convirtiendo lo desconocido en un campo de infinitas posibilidades creativas. La incertidumbre personal es difícil, sin duda. Se necesita un esfuerzo consciente para colocarse en una posición en que las cosas estén abiertas. Pero si no se hace, la alternativa es una postura cerrada y limitadora de los sueños.
– «Basta una persona buena para que haya esperanza, y cada uno de nosotros puede ser esa persona». Esta reflexión tiene un significado parecido al de la famosa frase “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”. Liderar implica actuar. No podemos escondernos pensando que, como nuestro aporte es casi irrelevante, no debemos colaborar. Liderar es dar ejemplo, y contribuir perseverando y motivando.
– “Los comunistas nos quitaron el protagonismo de la lucha contra la pobreza”. Con esta frase se acabaron las críticas políticas hacia el papa. Decía Winston Churchill que “El vicio del capitalismo es el desigual reparto de bendiciones. La virtud del comunismo es el equitativo reparto de miseria”. La lucha contra la pobreza es labor de todos los líderes, sea usted de derechas, de centro o de izquierdas. En primer lugar, por humanidad pura, pero en segundo lugar porque la pobreza y la extrema desigualdad llevan al auge del populismo y de los regímenes radicales (tanto de izquierdas como de derechas, insisto). Gracias a Dios, hoy en día casi todo el mundo está concienciado con la erradicación de la pobreza.
– «Los invito al compromiso, no al cumplimiento». Como comenté en mi artículo “¿Cómo lograr el gran liderazgo?”, los líderes sacan lo mejor de los demás, pero los más exitosos forman vínculos emocionales duraderos. La lealtad depende de este ingrediente clave. La motivación profunda se desarrolla tras ello. Se puede decir que existe conexión por el comportamiento de los seguidores: quieren estar en presencia del líder y tener contacto, quieren dar servicio y rendir al máximo, quieren compartir la visión del líder, y quieren participar en el éxito del líder.