Considerar que la mejor compensación es siempre el dinero es un error. Existen otras motivaciones que complementan al salario económico y en muchas ocasiones pueden ofrecer más satisfacción para el empleado.
El 78% de las personas renuncia a su trabajo en busca de crecimiento profesional; el 72%, por un mejor salario; y el 49%, para encontrar mejores prestaciones (de acuerdo con una encuesta de 2014 hecha por el portal OCC).
Las nuevas generaciones de trabajadores ya no tienen suficiente con el salario económico, necesitan además ser recompensados con otro tipo de retribución que les ayude a conciliar la vida profesional y familiar. Existen seis motivos principales por los que una persona abandona su empleo:
1) Falta de reconocimiento.
2) Que sea una regla trabajar fuera del horario establecido (u horarios inflexibles).
3) Que no se sienta realizado o no disfrute su trabajo.
4) Que esté mal pagado.
5) Que no existan posibilidades de crecimiento.
6) Que el trabajo no sea flexible.
Harvard descubrió que los trabajadores estadounidenses no están realmente comprometidos con su trabajo y, en este sentido, los millennials son los que tienen menos compromiso (71%). Con este porcentaje se perfilan como la generación menos implicada con su lugar de trabajo.
El cambio laboral en las nuevas generaciones se debe a su perspectiva laboral. La investigación muestra que para los millennials es importante estar en una organización donde se les permita crecer y aprender, que el trabajo que realicen sea de verdad interesante y que exista posibilidad de crecimiento. Mientras que para sus padres (los baby boomers) lo importante era contar con un buen jefe y un buen sueldo.
El salario emocional se refiere a todas aquellas retribuciones no económicas que el trabajador puede obtener de la empresa y cuyo objetivo es incentivar de forma positiva la imagen que tiene sobre su clima laboral e incrementar su productividad, así como satisfacer las necesidades personales, familiares o profesionales que manifiesta, mejorando su calidad de vida y fomentando un buen ambiente.
Este tipo de retribución puede actuar como factor motivador de los empleados y así mejorar la opinión que tienen de la empresa. Por lo tanto, no se trata de recibir una mayor cantidad de dinero, sino de recibir prestaciones que el trabajador entiende como beneficios más valiosos que un aumento de sueldo.
Suena romántico, pero este salario emocional a veces hace la diferencia entre los que se quedan y los que se van. Para saber cuál es su salario emocional, evalúe los siguientes aspectos:
– Jornada laboral: ¿trabaja sólo ocho horas diarias? Es comprensible que en algunas situaciones tenga que trabajar un par de horas extras, pero si esto es recurrente y sin remuneración, lo mejor es salir de ahí.
– Distancia al lugar de trabajo: ¿le queda cerca o lejos? A nadie le gusta salir temprano de casa.
– Vida laboral vs. personal: ¿su carga de trabajo y sus horarios le permiten tener vida personal? Aunque salga puntualmente de la oficina a las 6:00 de la tarde, tener que trabajar vía remota los sábados no le hará muy feliz.
– Futuro profesional: ¿tiene futuro en la empresa o está en una posición laboral donde las responsabilidades nunca cambiarán? Caer en esta rutina no le permite crecer ni desarrollar nuevas habilidades.
– Beneficios extras: olvídese de la comida a precio especial y de los vales. ¿Su empresa le da algo que valore y aprecie? Pequeños gastos como entradas gratis al cine pueden significar mucho.
– Aprendizaje y desarrollo: ¿su empleo le reta frecuentemente para que aprenda más cosas y desarrolle más habilidades? Un trabajo tedioso donde no aprenda nada nuevo hará que desee irse.