Podemos salir de esta situación y lo haremos. Y es que el coraje no consiste en tener fuerzas para continuar, sino en continuar cuando no tenemos fuerzas.
En una encuesta de hace unos años de Bond y Shapiro, se preguntó a la gente de dónde provenía su resiliencia, es decir, su capacidad de recuperarse de los contratiempos, adaptarse bien al cambio y continuar frente a la adversidad.
El 90% dijo «de mí mismo», un poco más del 50% dijo «de mis relaciones» y apenas el 10% dijo «de mi empresa». Las personas resilientes poseen tres características: una firme aceptación de la realidad, una profunda creencia respaldada por valores arraigados de que la vida tiene sentido y una curiosa habilidad para improvisar. Puedes recuperarte de las dificultades con una o dos de estas cualidades, pero sólo serás realmente resistente con las tres.
Esos resultados me traen a la mente la magnífica frase de Nietzche: «Quien tiene un ‘porqué’ para vivir puede soportar casi cualquier ‘cómo'». La persistencia y la determinación son omnipotentes. Muy poca gente te va a ayudar. No esperes nada de nadie… espera todo de ti.
Según Andrea Ovans, la misma encuesta preguntó qué generaba el mayor desgaste de fuerzas para permanecer resilientes. Un sorprendente 75% dijo que el mayor drenaje de sus reservas de resiliencia era «manejar personas difíciles o políticas de oficina en el trabajo». Fue seguido de cerca por el estrés del exceso de trabajo y por tener que soportar las críticas personales.
Es muy importante crear una atmósfera en la que tanto los reveses como los éxitos se traten como experiencias de aprendizaje positivas. Los líderes pueden crear un ambiente constructivo al romper las barreras sociales y burocráticas que los separan de sus seguidores, interactuar a nivel personal con las personas que lideran, admitir abiertamente sus propios errores y evitar elogiar excesivamente o culpar. En cambio, adopta una postura analítica sin prejuicios al interactuar con el equipo.
La Universidad de Pensilvania, basándose en las ideas de un programa del Ejército de EE.UU. que ayuda a los soldados a recuperarse después de un trauma, enseña a los estudiantes a pensar positivamente sobre los contratiempos para que no interioricen la impotencia.
A menudo, adoptamos un enfoque militar para la resiliencia y la determinación. Imaginamos a un marine arrastrándose por el barro, a un boxeador dando una vuelta más o a un jugador de fútbol levantándose del césped para una jugada más. Creemos que cuanto más superemos, más duros seremos y, por lo tanto, más éxito tendremos.
La resiliencia depende de cómo nos recargamos, no de cómo aguantamos. Aguantar porque sí no sirve para nada. Es la lección y la reacción lo que nos eleva. Nunca olvidemos que las dificultades no llegan para destruirnos, sino para que descubramos nuestro potencial oculto.